Kimberly Cheatle, directora del Servicio Secreto, renunció ante la presión generada por los descuidos que le permitieron a un joven de 20 años estar a punto de asesinar a Donald Trump durante un mitin de campaña hace unos días en Pensilvania.
El sábado 13, mientras el expresidente de la nación pretendía dar un discurso una bala le perforó parte de su oreja derecha sin que ningún elemento de seguridad se hubiera percatado de la presencia de un francotirador a decenas de metros de distancia.
Aunque en cuestión de segundos se eliminó al amenazante civil, comenzaron a surgir las dudas acerca de la capacidad del Servicio Secreto para montar un adecuado cerco de seguridad.
Durante una comparecencia ante el Comité de Supervisión de la Cámara, Kimberly Cheatle asumió la responsabilidad por el deficiente operativo de seguridad que estuvo a punto de costarle la vida a Donald Trump.
Sin embargo, esa no fue la respuesta que esperaba un grupo de legisladores republicanos quienes, además de exigir su remoción, presionan para que se le haga un juicio político.
Una vez que decidió dimitir, Joe Biden, mandatario de la nación, le aceptó su decisión no sin antes destacar el desempeño que mostró en los años de trabajó para la administración federal.
“Como líder, se necesita honor, coraje e increíble integridad para asumir la plena responsabilidad de una organización encargada de uno de los trabajos más desafiantes del servicio público”, expresó mediante un comunicado.
Por su parte, Alejandro Mayorkas, también resaltó las casi tres décadas de labor que respaldaron a Kimberly Cheatle.
“La directora Cheatle ha dedicado su carrera al servicio público. Ha servido en el Servicio Secreto durante más de 29 años, ascendiendo en el escalafón gracias a su talento, trabajo duro, dedicación desinteresada a la misión e integridad. Cada día arriesga su vida para proteger a los demás, sirviendo en primera línea y protegiendo los actos de todos los presidentes desde el presidente Clinton”, indica parte de una misiva.
