Las sanciones contra el Kremlin pretendían, supuestamente, arruinar las arcas de Moscú y de esta forma arrodillar a Vladimir Putin frente a Estados Unidos y Europa para que aceptara a Ucrania como miembro de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), la causa principal por la que estalló el conflicto bélico. El resultado, hasta ahora, ha sido un rotundo fracaso.
En 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) de Rusia creció un envidiable 3,6%.
Lo que pretendía Washington y Kiev en algún momento era blindar la frontera ucraniana con misiles y armamento sofisticados a escasos kilómetros del territorio ruso. Este idilio entre Biden y Zelenski devino de una histórica estela de grandes intereses económicos y de poder político en esa región por parte de Washington y del magnate y activista de izquierda radical, George Soros, varios años antes del derrocamiento del presidente ucraniano Víctor Yanukovich.
Soros y sus Open Society Foundations no trabajaron nunca solos en sus anhelos de cambiar el espectro político en Ucrania y en ocupar posiciones clave en el llamado Granero del Mundo. Tenía el respaldo, en las sombras, de los Clinton, del gobierno de Barack Obama y otros grandes inversores de izquierda convencidos de que Kiev representaba un centro de operaciones geopolíticas muy importante para Europa, gran parte de Asia y EEUU.
Putin y su opción B
Ucrania era avalada como uno de los mayores productores de maíz, trigo y cebada del mundo, pero sus grandes reservas de gas, litio y otros minerales valiosos para el desarrollo de la tecnología y la industria (hierro, titanio, mercurio y uranio) la convirtieron en un atractivo único y en extremo codiciado.
Las sanciones impuestas por EEUU a Rusia junto a las tibias medidas europeas condujeron a Putin a concretar una tentativa que barajaba como una opción B, si Washington decidía enfrentarlo después del fin de la Guerra Fría y la caída del campo socialista de Europa del Este.
Las acciones de Biden sobre Moscú lejos de beneficiar a EEUU lo han perjudicado a corto y mediano plazo, y ha generado un mayor interés internacional en concretar caminos para terminar con la dependencia del dólar y crear un macro mercado financiero alternativo entre el euro, el yuan y el rublo. Alemania, Francia, Pakistán y Arabia Saudita muestran su entusiasmo por la idea y se han unido al activismo de más de 40 países que buscan el fin del reinado del dólar en el mundo.
Al estallar la guerra entre Rusia y Ucrania, el gobierno de Biden-Harris ordenó congelar en 72 horas 300.000 millones de dólares de las reservas de divisas del Banco Central ruso. Lo hizo también con Irán, país que acordó vincularse al sistema de pagos del grupo BRICS para comerciar en moneda local, amparado en la plataforma de este movimiento que busca debilitar y destronar a EEUU mediante estrategias económicas maoístas de la llamada Revolución Cultural del siglo XXI.
La guerra en Ucrania terminó por convencer al jefe del Kremlin que EEUU nunca dejó de ser un enemigo directo, además de convertirse en la pesadilla mortal y destructiva de Ucrania: Casi 7 millones de ucranianos son ahora refugiados, un 25% o más del territorio ucraniano está ocupado por Rusia. Más de 115.000 soldados ucranianos han muerto y más de 140.000 han sido heridos leves y graves. El 40% de la infraestructura ha sido devastada.
La coalición
La otra gran consecuencia de la guerra entre Kiev y Moscú es la consolidación de la más peligrosa coalición antiamericana y antioccidental, tras el fin de la era soviética: el BRICS+, integrado por 10 países entre ellos China, Rusia, Irán, Brasil, Emiratos Árabes, Sudáfrica y la India. Este grupo abarca el 51% de la producción de petróleo, gas y carbón del mundo bajo una población de unos 3.200 millones de habitantes en una superficie del planeta superior a las 15 440 000 millas cuadradas.
Hasta hoy, el dólar estadounidense conserva casi el 90% de las transacciones a nivel mundial y equivale casi el 60% de las reservas de divisas de los bancos centrales.
Sin embargo, las advertencias de grandes bancos de inversiones a sus clientes han prendido la atención sobre el tema a nivel mundial, con la vista puesta muy de cerca en si la Reserva Federal comienza a bajar las tasas de interés y en qué proporción.
Morgan Stanley hizo sonar en silencio la alarma sobre la “muerte del dólar estadounidense”, al referirse a sus grandes clientes sobre la primera “Alianza Antidólar” de la historia conformada por 42 naciones.
Esa Alianza posee casi el 70% de los dólares estadounidenses. Si deciden deshacerse de sus tenencias, EEUU podría recibir un tsunami de dólares estadounidense que provocaría una hiperinflación y una caída de Wall Street tan profunda que evaporizaría billones de la moneda verde.
Peter Schiff, quien predijo el famoso colapso inmobiliario, ha declarado que “esto va a tener un impacto mucho mayor que la crisis de 2008”.
El expresidente Trump y grupos conservadores advierten que será como “perder una guerra mundial”.
Trump anunció el próximo lanzamiento de una plataforma de criptomonedas, a la que presenta como una alternativa a las ofertas de los grandes bancos e instituciones financieras.
«Los estadounidenses son exprimidos por los grandes bancos y las élites financieras desde hace demasiado tiempo», escribió en la red X y en Truth Social el candidato presidencial republicano a la Casa Blanca «Es tiempo de que resistamos, juntos», añadió.
Trump no dio detalles sobre el proyecto, llamado The DeFiant Ones.
La presión internacional sobre el sistema financiero estadounidense, luego de la quiebra también de cuatro grandes bancos en 2023, resulta más que evidente.
El gran llamado fue el 5 de agosto, cuando las bolsas mundiales se desplomaron luego de la publicación de cifras de empleo en EEUU, pero más que una reacción fue una advertencia de lo que podría ocurrir si la tasa referencial del Banco Central continúa por más tiempo entre el 5,25%-5,50%.
Es decir, aunque los estadounidenses no perciban ningún alivio inflacionario verdadero, la Fed ha tenido que ceder a presiones internacionales acerca de la confianza en la solidez financiera norteamericana.
Buffet da señales
Warren Buffet, uno de los inversores con mayor éxito en el mundo y conocido como el «Oráculo de Omaha», comenzó en semanas recientes a construir una montaña de liquidez al vender millones de activos, un movimiento a marcha forzada que no ha pasado inadvertido para los mercados financieros, analistas e inversores a todos los niveles.
Entre efectivo, fondos monetarios, bonos del Tesoro y liquidez pura, Buffet ha levantado un tornado de dudas sobre el dólar.
A la venta de parte de su posición en Apple y otros activos de riesgo, Berkshire Hathaway, el vehículo inversor del multimillonario de 93 años, se ha desprendido en los últimos días de alrededor de 14 millones de acciones de Bank of America por un total de 550,6 millones de dólares. En los registros de la Comisión de Bolsa y Mercados (SEC) consta que la firma de Buffett se deshizo de 13,968 millones de títulos de Bank of America en tres operaciones entre los días 15 y 19 de agosto.
Con esta venta, Buffett parece intuir que la Fed se verá obligada a bajar los tipos de interés con mayor intensidad de lo previsto para contrarrestar la desaceleración del mercado laboral que ocurre desde finales de 2023, aunque la gran prensa de izquierda y los datos del Departamento de Trabajo de la administración Biden-Harris dijeran lo contrario.
Tras la venta de su participación en Apple y las acciones en Bank of America, entre otros activos, los equivalentes de efectivo de Berkshire Hathaway aumentaron en casi 90.000 millones de dólares y alcanzaron un máximo histórico que supera los 277.000 millones de dólares en el segundo trimestre de 2024.
Ese aumento elevó al 25% la posición de efectivo en relación con los activos totales, el nivel más alto en al menos 24 años, según los expertos. La “montaña de liquidez” es la mayor en términos nominales de la historia de Berkshire Hathaway. Cabe destacar que este fue el séptimo trimestre consecutivo en el que Buffett y su equipo vendieron más activos de riesgo de los que compraron, con ventas netas de capital por un total de 131.630 millones de dólares desde el 1ro de octubre de 2022.
Para los analistas, el visionario inversor está recogiendo las velas antes de que llegue la poderosa tormenta.
Con todo el efectivo acumulado, Berkshire Hathaway podría, si quisiera, comprar McDonald’s al precio actual de las acciones de la cadena y quedarse todavía con 80.000 millones de dólares restantes; o incluso, adquirir una participación mayor que la que tiene Mark Zuckerberg en Meta, la empresa matriz de Facebook, Instagram, WhatsApp y Threads.
Guerra al dólar
Desde el palco de JPMorgan Chase, los expertos alertan: «En estos tiempos difíciles, es mejor recurrir a los principios básicos: las recesiones suelen ser interrupciones en el comportamiento impulsadas por un ‘shock’ adverso que interactúa con un conjunto de condiciones macroeconómicas desequilibradas… Aunque la falta de desequilibrios macroeconómicos parecía evitar la recesión, los datos recientes cuestionan esta visión”.
En los últimos dos meses el valor del dólar ha caído un 5%, su nivel más bajo en 13 meses, debido a las altas tasas de interés durante dos años a causa de la inflación creada por el gobierno Biden-Harris y el fracaso de sus políticas económicas.
El gestor de fondos de cobertura de divisas Stephen Jen, célebre por la teoría de «la sonrisa del dólar» pronostica que las compañías de China podrían liquidar y repatriar un alud de hasta un billón (trillion) de dólares en activos situados en EEUU, lo que conduciría a una revalorización del yuan de 10% respecto al dólar estadounidense, pero la difícil situación de las inversiones en China hace pensar que ese análisis no cuenta con posibilidades reales, al menos por ahora.
El dólar más débil o la erradicación parcial o total de su dependencia significa un abanico más amplio de posibilidades para las economías emergentes y exportadoras de materias primas, que tienden a tener mayores dividendos cuando la moneda estadounidense se debilita.
Lo anterior ocurre debido a que la correlación entre materias primas y los precios generalmente se mueve de forma inversa al valor del dólar. También para la mayoría de los mercados emergentes, en especial para aquellos de altos costos de importación de materias primas cotizados en dólar.
Con el llamado a un Nuevo Orden Mundial, promulgado por organizaciones y entidades enemigas de la hegemonía económica, militar y tecnológica de EEUU, cada vez más países se suman a la coalición mundial que intenta deshacerse de la dolarización en sus economías, a pesar del fuerte y directo impacto que eso representaría.
Está por ver si lo logran o no, en qué tiempo y bajo cuáles condiciones. Se supone que EEUU tampoco se quedaría de brazos cruzados, a no ser que perduren en el poder administraciones similares a la de Biden-Harris.