- Fernanda Paúl
- BBC News Mundo
“Amiga soy de la lluvia
porque es un arpa cantora
de alambres y de bordonas
que tuntunean con furia…”.
Violeta Parra, poeta y referente de la música popular chilena, describía así eso que muchas veces escasea en el centro y norte de Chile: la lluvia.
El fenómeno meteorológico es recordado con cierta nostalgia por buena parte de este país sudamericano que ha sido golpeado durante años por una megasequía.
La prolongada crisis del agua -que se extendió desde 2009 hasta 2022, siendo la peor de los últimos 50 años– provocó que lagunas, ríos, embalses y pozos de las regiones centrales se secaran completamente, mientras que muchos agricultores y ganaderos lo perdieron todo.
Pero esa lluvia tacaña volvió a correr con fuerza en los últimos meses, dándole esperanzas a los chilenos que ya se acostumbraban a un clima desértico.
El mes de junio de este 2024 se convirtió en el más lluvioso de los últimos 22 años en la Región Metropolitana -donde se encuentra la capital, Santiago-, según la Dirección Meteorológica de Chile.
Con estas precipitaciones -sumadas a otros frentes de mal tiempo ocurridos en mayo-, se acumuló un superávit de más del 100% en varias ciudades del país en comparación con el año anterior.
La tendencia ya venía manifestándose desde el segundo semestre del 2023, donde también se registraron más lluvias de lo habitual.
Y aunque los temporales dejaron miles de damnificados -el gobierno de Gabriel Boric incluso ha tenido que decretar “zona de catástrofe” en algunas regiones del país- muchos chilenos que tienen negocios que dependen del agua han sentido alivio y esperanza.
¿Qué sitios han mostrado signos de recuperación? Aquí te presentamos algunos de los más emblemáticos.
1. Laguna de Aculeo
La Laguna de Aculeo fue uno de los símbolos más patentes de la sequía que golpeó a Chile hasta el 2022.
Ubicada a 70 kilómetros al sur de Santiago, este lugar fue por décadas un importante centro turístico especialmente para los citadinos que buscaban escapar de la capital.
Allí, se practicaban todo tipo de deportes náuticos como esquí acuático, navegación a vela o kayak.
También era una zona clave para los agricultores locales.
Pero después de años sin lluvias -a lo que se sumó una supuesta mala gestión del consumo de sus aguas, según algunas investigaciones-, en 2018 se declaró oficialmente seca.
Las imágenes dieron vuelta al mundo: el agua y la vegetación se convirtieron en tierra agrietada con muelles y botes que no llegaban a ninguna parte.
Muchos negocios turísticos se vieron obligados a cerrar, mientras que agricultores y ganaderos tuvieron que emigrar.
“Esta es una laguna que no tiene un río que la alimente, sino que depende estrictamente de las precipitaciones. Entonces, si no llueve, no recibe agua y termina secándose”, le explica a BBC Mundo Raúl Cordero, climatólogo de la universidad de Santiago.
A mediados del 2023, sin embargo, el panorama comenzó a cambiar.
Gracias al aumento de las lluvias, la laguna volvió a acumular algo de agua.
Imágenes satelitales publicadas por la NASA mostraban que en septiembre del año pasado su tamaño era de 5 kilómetros cuadrados y un metro de profundidad. Antes de la sequía, tenía aproximadamente 12 kilómetros cuadrados y una profundidad máxima de 7 metros.
La tendencia continuó este año y luego de las históricas lluvias del mes de junio -cuando se registraron 183 milímetros de agua caída en la zona central del país- la laguna recuperó parte importante de su tamaño (aunque aún no alcanza la dimensión que tenía antes de la sequía).
Esto provocó que regresaran más de 70 especies de aves, lo que representa el 68% de la población total de aves que había previo a la escasez hídrica, de acuerdo con datos de la Reserva Natural Altos de Cantillana.
También generó que volvieran algunos agricultores locales que comenzaron a sembrar de nuevo en la zona.
Todo lo anterior ha traído esperanza entre sus residentes y entre quienes tienen negocios en el área.
“La gente está muy feliz porque está regresando el turista que viene por el día o por dos días. Entonces muchas personas se han visto beneficiadas, desde los almacenes hasta las farmacias o las cafeterías”, le explica a BBC Mundo Cristián Campino, dueño del centro turístico Los Alamos que ofrece cabañas y sitios de camping en la laguna.
El empresario se instaló en este lugar hace 30 años y comenta que por entonces era un sitio “lleno de vida”.
“Hacíamos esquí acuático, velero, nadábamos… Pero todo eso se terminó de la noche a la mañana”, dice.
“Muchos negocios, parecidos al mío, tuvieron que cerrar porque no se adecuaron. Vivían de la laguna. Yo tuve que poner piscina, canchas de fútbol y salones de eventos…”, agrega.
A pesar del aumento del nivel del agua en este lugar, Campino y otros residentes de la zona miran con cautela lo que está pasando.
“Estamos recién en un 65% de recuperación. El agua aún no llega a los muelles. Esperamos que siga lloviendo; de lo contrario, será difícil recuperar la totalidad de la laguna”, indica.
2. Río Petorca
En medio de las fuertes lluvias registradas en junio pasado, hubo un fenómeno que causó especial conmoción entre los chilenos: el regreso del río Petorca.
Ubicado en la región de Valparaíso, este caudal no bajaba hace seis años debido a la sequía.
En redes sociales, circularon videos de los vecinos que celebraban mientras lo veían correr nuevamente. Al suceso le llamaron “la fiesta del agua”.
Petorca ha sido una de las áreas más afectadas por la escasez hídrica en Chile. Los productores locales se han visto fuertemente afectados al no tener cómo alimentar a sus animales o mantener la tierra.
Y no solo eso.
En 2021, algunas escuelas se vieron obligadas a reducir su jornada de actividades por culpa de los cortes de agua. Gran parte de la comunidad ha dependido durante años de camiones aljibe (o cisternas), teniendo que hacer maniobras para aprovechar hasta la última gota, literalmente.
Además de la falta de precipitaciones, hay quienes apuntan a la agroindustria por la sequía en la zona, además de a la mala distribución del agua.
Cabe recordar que Chile es el único país del mundo que tiene sus aguas privatizadas, según el Código de Aguas que data de 1981.
Pero la crítica situación de los petorquinos empezó a mejorar poco a poco con las lluvias ocurridas en 2023 y aún más con el último sistema frontal de junio de este año que les trajo de vuelta el río.
“Ver el agua correr nuevamente fue una bendición. La gente estaba muy emocionada, los trabajadores felices”, le dice a BBC Mundo la agrónoma Javiera Vallejos, quien tiene junto a sus hermanas una plantación de flores en la comuna.
“Llevo 20 años trabajando en Petorca y siempre he tenido que pelear por el agua. He visto solo dos veces bajar el río. Ya tengo calculado que cuando eso pasa, tengo 7 años asegurados porque se me llenan los pozos, y se llenan las napas”, explica la empresaria.
“No es una solución de por vida, pero nos da unos años de tranquilidad”, agrega.
Así como Javiera Vallejos, muchos agricultores -que suelen cultivar cosas como lechuga, papa o pepino dulce-, sienten alivio al ver que sus campos ya no están tan secos como antes.
3. Lago Peñuelas y otros embalses:
El lago Peñuelas es un embalse artificial que fue creado en 1900 con el objetivo de proveer agua potable a la región de Valparaíso.
Durante décadas cumplió su fin pero con la sequía que afectó a la zona central chilena desde 2009, el nivel del agua del lago fue disminuyendo cada vez más.
Hasta que en el verano del 2021 la situación ya no daba para más y dejó de ser una fuente de agua para los casi dos millones de vecinos de Valparaíso.
“Llegamos a tener 0,01% de agua embalsada. Es decir, el lago estuvo a punto de secarse completamente, se veía sólo un charco pequeño”, le explica a BBC Mundo Óscar Salazar, administrador de la Reserva Nacional Lago Peñuelas.
Con la falta del agua también desapareció gran parte de la fauna silvestre del lugar como los cisnes de cuello negro o coscorobas.
Mucha de la vegetación nativa se secó. Y el paisaje entero se deterioró.
Pero, al igual como ocurrió con la Laguna de Aculeo o Petorca, este sitio también ha mostrado signos de recuperación con las últimas lluvias.
“En el invierno del año pasado, cayeron 496 milímetros de agua y con eso se recuperó un poco: llegó al 4,7% de su capacidad”, afirma Óscar Salazar.
“Y con las lluvias de este año se recuperó aún más. Con los más de 500 milímetros de agua caída, el embalse ya está en el 25,2% de su capacidad”, agrega.
Aunque aún no llega a sus niveles históricos, Salazar afirma que ya se puede apreciar un cambio importante en el ecosistema del lugar.
“Cambió el entorno, regresaron muchas aves, como los cisnes de cuello negro, los patos y las garzas. Y ha vuelto a ser una especie de pulmón verde en el centro de Chile”, dice.
El administrador de la reserva explica que si bien el lago no ha vuelto a ser utilizado para proveer agua potable a la comunidad aledaña, su recuperación asegura un abastecimiento en caso de emergencias.
Junto con Peñuelas, hay otros embalses que también han experimentado un aumento de sus aguas.
Según un informe de la universidad San Sebastián, gran parte de las represas que suministran agua a las ciudades de Santiago y Valparaíso están casi al 100% de su capacidad.
Uno de ellos es El Yeso, ubicado en la cordillera de Los Andes.
Según los registros de la Dirección Nacional de Aguas, a fines de junio de este año estaba en un 89% de capacidad. Otro caso destacado es el embalse Los Aromos, que se encuentra en la comuna de Limache y que alcanzó el 100% de su capacidad.
Una situación similar se vive en el lago Rapel, en la región de O’Higgins, que hoy está volviendo a su capacidad histórica luego de haberse visto fuertemente afectado por la sequía.
Advertencia de expertos
A pesar del respiro que las lluvias han significado para algunas regiones centrales de Chile, los expertos advierten que con esto no se puede dar por terminada la sequía que afecta al país sudamericano.
De hecho, algunos son poco optimistas respecto del impacto real de las últimas precipitaciones, señalando que es probable que, si no llueve más, los niveles disponibles de agua vuelvan a bajar en el corto plazo.
“Si la sequía generó daños durante 14 años seguidos, uno o dos años lluviosos no resuelven todos los problemas”, dice el climatólogo Raúl Cordero.
“Lamentablemente, para Chile el cambio climático significa sequía. Y lo más probable es que los próximos años no sean tan buenos como este”, agrega.
Cordero explica que la situación puede complicarse aún más por la llegada del fenómeno La Niña que en Chile -así como en Perú, Bolivia, el sur de Brasil y Argentina- se manifiesta a través de la escasez de agua.
En vista de esto, activistas están haciendo un llamado para que las autoridades del país tomen medidas que ayuden a suavizar los efectos negativos de la falta de agua en la población.
Mientras tanto, gran parte de los chilenos que se han visto afectados por la megasequía esperan sacar el máximo provecho de las aguas caídas y están expectantes ante posibles nuevas precipitaciones.