De Sigmund Freud se saben muchas cosas.
Está el Freud de los libros. El que creó el extraordinario método psicoanalítico. El pensador de los sueños, el inconsciente, la sexualidad o el ego. El que escapó de Viena bajo la amenaza nazi. El fumador empedernido de puros.
Pero lo cierto es que uno de los intelectuales más importantes del siglo XX tenía una particular conexión con este rincón del planeta, mayormente ignorado por Europa en esa época.
De esa conexión habla una nueva muestra que alberga la Casa Museo de Freud, ubicada en el noreste de Londres, donde murió el padre del psicoanálisis en septiembre de 1939.
A través de cartas privadas, fotografías, esculturas y libros, la exposición explora el tremendo impacto de Freud en América Latina, al punto de que hoy la región es reconocida como un importante centro para el psicoanálisis.
También, deja entrever la fascinación de este médico e investigador austriaco por el continente, estableciendo cercanas relaciones con científicos peruanos, chilenos y brasileños, entre otros.
“Sobre la Coca”
Pero ¿cómo comenzó el vínculo de Freud con el continente latinoamericano?
Según los investigadores, la respuesta tiene que ver con el uso de la coca.
Como es sabido, en la década de 1880 el investigador se interesó en esta droga -que por ese entonces no era ilegal- y descubrió que su digestión y su estado de ánimo mejoraban después de beber agua mezclada con cocaína disuelta.
Sus descubrimientos al respecto los registró en un artículo de 1884 llamado “Über Coca” (en español, “Sobre la Coca”), donde por primera vez América Latina es mencionada en alguno de sus escritos al explorar el uso tradicional de la planta de coca en Perú y Bolivia.
“La relación de Freud con América Latina empieza con su investigación sobre el uso de la coca como medicina ritual en el continente; fue su primer contacto intelectual”, le explica a BBC Mundo Mariano Ben Plotkin, experto en historia del psicoanálisis y autor del libro “Estimado doctor Freud: una historia cultural del psicoanálisis en América Latina”.
El historiador agrega que para ello le fue útil su manejo del español, idioma que aprendió de pequeño, de forma autodidacta, para poder leer en su lengua original “El Quijote”, de Miguel de Cervantes.
“Freud hizo trabajos muy únicos sobre el uso anestésico de la coca que hoy son muy controversiales”, agrega Plotkin.
Años después de esos estudios, Freud dejó de defender los beneficios estimulantes y analgésicos de la coca, al tiempo que salían a la luz noticias sobre su nivel adictivo y muertes por sobredosis.
“Amigos” latinoamericanos
Pero no se olvidó de Latinoamérica.
Desde Viena, Freud continuó estrechando lazos con importantes médicos, psiquiatras e intelectuales del continente.
Quizás el más relevante fue Honorio Delgado, un psiquiatra peruano con quien formó una cercana relación por la década de 1920 (y a quien Freud describió como su “primer amigo extranjero”).
“Delgado venía de Arequipa, de la clase alta peruana. Lideró descubrimientos y ensayos muy relevantes para la época, convirtiéndose en uno de los psiquiatras más importantes del continente”, le explica a BBC Mundo Mariano Ruperthuz, psicoanalista y académico de la universidad Andrés Bello de Chile.
Freud y Delgado intercambiaron cartas, artículos de prensa y regalos durante años. El psiquiatra peruano, junto a su esposa alemana, incluso visitó a Freud en Viena varias veces.
Tanto así, que escribió la primera biografía en español del médico austríaco desde Perú.
Sigmund Freud también estableció relación con distinguidos médicos brasileños, como Durval Marcondes, quien hablaba alemán y tradujo al portugués algunas investigaciones de Freud. Marcondes fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Psicoanalítica Brasileña.
El científico Gastão Pereira da Silva también mantuvo correspondencia con Freud y ayudó a difundir el psicoanálisis en Brasil. Llegó, incluso, a dirigir un programa de radio en Río de Janeiro sobre el análisis de los sueños.
Otros nombres -como los argentinos Jorge Thenon y Gregorio Bermann o el chileno Fernando de Allende Navarro– también figuran en la lista de quienes mantuvieron algún tipo de relación con el padre del psicoanálisis. Bermann lo fue a visitar a Viena, al igual que Honorio Delgado.
Aunque Freud nunca aceptó tal invitación, para los investigadores este intercambio de cartas refleja, una vez más, la estrecha conexión de Freud con el continente.
Relación “asimétrica”
Aún así, Mariano Ben Plotkin explica que la mayoría de estos lazos entre Freud e intelectuales latinoamericanos era “bastante asimétrica” y “desigual”.
“A Freud le importaba poco lo que ellos dijeran sobre el psicoanálisis. Esto se puede ver en las correspondencias que mantuvieron, donde no hay discusiones teóricas sino, más bien, agradecimientos y un interés legítimo por ese mundo”, señala.
“Freud aceptaba desviaciones del psicoanálisis en América Latina que en Europa hubiesen sido completamente inaceptables. Porque para Freud, esta región era una tierra de misión, una prueba de que el psicoanálisis había llegado a tierras lejanas y exóticas”, agrega el historiador.
Lo anterior era tremendamente importante para el médico austríaco, dicen los investigadores.
Prueba de ello fue su extraño interés por llevarse consigo 34 de sus 62 libros latinoamericanos -muchos de los cuales llevan dedicatoria- cuando tuvo que escapar de Viena a Londres.
Por su condición de judío (aunque no practicante) y fundador de la escuela psicoanalítica en Austria, Freud fue considerado enemigo de la Alemania nazi. Sus estudios fueron quemados públicamente y tanto él como su familia fueron víctimas de una intensa persecución.
Según Mariano Ben Plotkin, de los 34 libros latinoamericanos que llegaron a Londres, “Freud no había leído ninguno porque estaban todos sin cortar”.
“Además, la mitad de ellos están escritos en portugués y él no leía portugués. Entonces uno se pregunta: ¿Por qué se tomó la molestia de llevar con él libros que no leyó ni se iba a leer en su vida? Eran para mostrar en la posteridad que el psicoanálisis había llegado a países exóticos”, dice.
Antigüedades de México y Perú
Pero dentro de su colección, no sólo hay libros que provenían de América Latina.
El psicoanalista también guardó antigüedades de Centroamérica y Sudamérica.
Aunque no se sabe cuándo ni cómo adquirió estos objetos, se cree que podrían ser regalos o compras de distribuidores de anticuarios europeos.
En la exhibición en su casa de Londres, está una pequeña estatua de terracota de un hombre arrodillado que proviene de Nayarit, en el oeste de México.
También, hay una vasija Moche con un collar de Perú que los investigadores creen que podría haber sido regalada por Honorio Delgado.
Para Jamie Ruers, curadora de la exhibición “Freud and Latin America”, esto fue otra de las cosas que fascinó a Freud del continente.
“Si miramos las antigüedades de Freud, él siempre estuvo fascinado por civilizaciones antiguas. La mayoría de los objetos de su colección son de la antigua Grecia, Roma, Egipto… La idea de aprender sobre increíbles culturas y civilizaciones antiguas creo que siempre le fascinó”, dice a BBC Mundo.
“Y Freud veía a América Latina como un lugar exótico, sin duda”, agrega.
La influencia de Freud en la región
Todo lo anterior quizás explica por qué las ideas de Freud fueron tan bien recibidas en América Latina, al punto de que hoy ciudades como Buenos Aires albergan al mayor número de psicoanalistas a nivel mundial.
“Cuando piensas en psicoanálisis, lugares como Viena, Paris, Londres o Nueva York vienen a tu mente. Pero esta nueva investigación (de la exposición en Londres) desafía eso porque hay otro lugar en el mundo donde realmente se adoptó y se tomó por sus propias manos el psicoanálisis: Latinoamérica”, indica Jamie Ruers.
Esto se refleja no solo a través de la gran cantidad de médicos que en el continente siguieron los pasos de Freud -y difundieron sus estudios-, sino también en cómo permeó en la cultura popular latinoamericana.
Por ejemplo, en el Buenos Aires de 1930 se creó una sección especial en la revista de mujeres Idilio -llamada “el psicoanálisis le ayudará”– que analizaba los sueños de sus lectoras y los ilustraba.
Gino Germani, un psicólogo italiano, estaba detrás del proyecto. Antes de su muerte, Mariano Ben Plotkin habló con él.
“Le pregunté por qué se le ocurrió hacer esa sección sobre psicoanálisis. Y me respondió: ‘porque vendía’. Nada más que eso”, cuenta Plotkin.
“La colección fue enormemente popular, tocaba temas como histeria femenina o el origen del sexo. Se publicó primero en Argentina y luego en otros países de América Latina, incluso se tradujo al portugués”, comenta Plotkin.
Para el historiador, el psicoanálisis atrajo tanto a los latinoamericanos porque les permitió ver “que existía la posibilidad de entender el mundo bajo otro punto de vista”.
Ese “otro punto de vista” sin duda sigue impactando hasta el día de hoy a muchos latinoamericanos.
A 84 años de su muerte, Freud está presente en una región que nunca visitó en persona, pero que está plagada de traumas y de sueños como ese método que él creó, para escuchar los primeros e interpretar los segundos.