Historia de Evelyn Steinbach, dpa
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¿Ha sudado alguna vez la gota gorda haciendo la cama? ¿O se ha sentido mejor después de haber limpiado a fondo el cuarto de baño? Este es el triple efecto de las tareas domésticas: no solo queda todo limpio y ordenado, lo que que contribuye al bienestar, sino que brindan ejercicio físico favorable al organismo.
Una preparadora física y una psicóloga explican cómo las tareas domésticas rutinarias pueden ayudarnos a estar en forma tanto física como mentalmente.
Las tareas domésticas son sinónimo de ejercicio. Pasar la aspiradora, fregar y ordenar a menudo requieren fuerza y resistencia. Una hora de pasar la aspiradora consume 200 calorías, al igual que limpiar los cristales. Si dedica una hora a ordenar, puede perder 180 calorías, y si limpia a fondo el cuarto de baño, puede quemar incluso 300 calorías.
Al aire libre se pierde aún más rápido: una hora de jardinería quema unas 360 calorías, y cortar el césped unas 400 calorías.
Tareas domésticas con factor fitness
Laura Schäuble, quien ofrece programas de fitness para madres en Alemania, Austria y Suiza, sugiere varios ejercicios que pueden añadir un factor deportivo adicional al fregar los platos, limpiar el baño, ordenar, hacer la cama o lavar los cristales.
2. Al lavar los pisos: limpiar el suelo del baño con dos paños de fregona bajo los pies haciendo saltos tijera u otros ejercicios, o intentar hacer planks con dos paños en las manos.
3. Al ordenar o recoger: incorporar algunas series de sentadillas o squats o ejercicios de brazos al recoger objetos pesados.
4. Al hacer la cama: antes de hacer la cama, integrar algunos ejercicios de equilibrio parándose en una pierna sobre el colchón.
5. Al limpiar cristales: aprovechar para integrar ejercicios de estiramiento (stretching) mientras se limpia las ventanas para aliviar la tensión de los músculos de los hombros, los brazos y el pecho.
«Mueva de vez en cuando el paño de limpieza con la otra mano», aconseja Schäuble. De este modo, los músculos de los brazos se utilizan de manera uniforme.
Para mantener la motivación, aconseja: «¡Desafíese! Hace más interesante la monótona rutina diaria». Por ejemplo, dando más pasos: Antes de planchar, mueva el cesto de la ropa a otra habitación, así tendrá que caminar hasta allí cada vez que vaya a planchar una nueva prenda. O con sentadillas: cinco cada vez que se le caiga algo mientras limpia u ordena.
Su consejo: trabaje con música: «Las posibles sesiones de baile queman una ración extra de calorías», dice. Y también son buenas para el estado de ánimo.
Reducir el estrés mediante la limpieza
Además del componente deportivo, las tareas domésticas también pueden tener un efecto liberador. La psicóloga austriaca Brigitte Bösenkopf ha investigado mucho sobre la reducción del estrés mediante la limpieza.
Según Bösenkopf, la actitud interior determina si uno puede relajarse cuando limpia. Así que la pregunta es: «¿Me estreso y me quejo porque tengo que limpiar, o pienso que limpiando estoy mimando mi casa?».
Una actitud positiva envía un mensaje completamente distinto a nuestro cerebro. No tenemos que hacerlo, queremos hacerlo. Eso hace la diferencia.
Distracción y meditación
Si consigue sumergirse por completo en la tarea, puede bloquear los problemas, desconectar y calmar la mente. «Limpiar suele conducir a un estado meditativo», explica la psicóloga. «Nuestros pensamientos están absortos en la tarea y no en otra parte».
Sensación de éxito
Completar tareas, como ordenar una habitación desordenada, puede proporcionar una sensación de realización y satisfacción.
Relajación
Muchas personas encuentran en las rutinas una forma eficaz de reducir el estrés. En lugar de limpiar todo los sábados, por ejemplo, Bösenkopf recomienda hacer dos pequeñas sesiones de limpieza durante la semana. «Así uno tiene dos veces y con menor esfuerzo la sensación de haber logrado algo», explica.
Dormir mejor
Las personas con trastornos del sueño pueden beneficiarse de un ritual de limpieza antes de acostarse. Se trata de concentrarse en tareas sencillas, como ordenar el lavavajillas o separar y organizar la ropa sucia para su posterior lavado.
«Hay que centrarse en la actividad con todos los sentidos y disfrutar de ella como un ritual positivo para entrar en modo de relajación», explica.
Qué actividad de limpieza es la más relajante difiere para cada persona. Laura Schäuble aconseja elegir la que reduzca de forma más rápida el estrés. Y para aumentar el efecto, esta actividad puede realizarse con un mayor grado de movimiento.
dpa