- Paula Rosas, BBC News Mundo
Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fábrica
donde trabajaba Manuel
«Las canciones -dice Amanda Jara, hija del cantautor Víctor Jara- hacen sus propios viajes».
El de «Te recuerdo Amanda», posiblemente una de las canciones más rememoradas y versionadas del artista chileno, ha sido largo.
Viajó desde Inglaterra, donde Jara la compuso en 1968, hasta el campo chileno, donde el cantante se crio en la pobreza con sus padres, Amanda y Manuel.
Pasó por Santiago, donde vivía con su esposa Joan y sus hijas, visitó la fábrica del obrero, como la Amanda de la historia, y subió a la sierra, como su Manuel.
Atravesó las fronteras de Chile y -premonitoria- se adelantó a la oscuridad que traería el golpe de Estado de Augusto Pinochet para traspasar el tiempo y llegar, cuando se cumplen 50 años de su brutal asesinato, intacta en su belleza y fuerza hasta nuestros días.
Víctor Jara murió el 16 de septiembre de 1973, solo cinco días después del alzamiento militar que derrocó y acabó con la vida de Salvador Allende.
Lo mataron en el Estadio Chile, que hoy lleva su nombre, de 44 balazos después de ser torturado durante días. Sus verdugos le destrozaron la cara y las manos: “Ahora te quiero ver tocar esas canciones tan lindas, hijo de puta”, le dijeron.
La dictadura no consiguió, sin embargo, acallar su voz.
Canciones como “El derecho de vivir en paz”, “A desalambrar”, “El arado”, “El cigarrito” o “Plegaria a un labrador”, convertidas en himnos, se siguen escuchando a través de gargantas nuevas tanto en Chile como en el resto de América Latina o al otro lado del Atlántico, en España, porque, como él mismo escribió en “Manifiesto”, “canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”.
Y, quizás más que ninguna otra, “Te recuerdo Amanda”, a la vez una tierna historia de amor y un canto político que denuncia la explotación y la represión, encarna el espíritu de Víctor Jara.
La vida es eterna en cinco minutos…
La de “Te recuerdo Amanda” es la historia de una pareja enamorada. “Habla del amor de dos obreros, dos obreros de ahora, de esos que usted mismo ve por las calles y a veces no se da cuenta de lo que existe dentro del alma de dos obreros de cualquier fábrica, en cualquier ciudad, en cualquier lugar de nuestro continente”, explicó él mismo en uno de sus últimos conciertos.
Esos dos obreros no son nadie en particular y, sin embargo, podrían ser cualquiera. Amanda y Manuel se llamaban sus padres. Y también sus hijas, Manuela y Amanda.
Cuando su padre escribió “Te recuerdo Amanda” se encontraba lejos de su familia. Su otra pasión, la dirección teatral, le había llevado de gira por Estados Unidos y Reino Unido y allí, en Stratford-upon-Avon, la localidad natal de Shakespeare, recibió de su esposa Joan la noticia de que su hija pequeña, que tenía apenas 3 años y medio, había sido diagnosticada con diabetes.
“En la letra de esa canción conjugan muchas ideas, ideas de mi padre con su pasado y su identidad, hablando sobre un futuro y un compromiso de amor de pareja, pero también de amor hacia muchas convicciones de vida. Además está la fábrica, está la sierra… Entonces yo creo que de alguna forma, esa canción toca nervios más allá de la identidad chilena, o incluso de una identidad revolucionaria”, explica la propia Amanda.
Para el periodista chileno Freddy Stock, “Te recuerdo Amanda” es una canción premonitoria, que habla del amor más allá de la pérdida, y también una de las más profundas y hermosas que escribió el cantautor: “Víctor, aunque era un destacado comunista y un convencido militante, muchas de sus canciones, incluso las más ideológicas, nacen del amor. Él era una persona que escribía desde el amor”.
Que partió a la sierra…
Si el amor era su motor, el compromiso social de su obra hunde sus raíces en lo que él mismo llamó “el canto del pueblo”.
Nacido en una familia campesina del centro de Chile, Víctor Jara se crio rodeado de música. Su madre, Amanda Martínez, era cantora popular, a la que invitaban para acompañar con su guitarra la alegría de las bodas y los bautizos, pero también la pesadumbre de los funerales, especialmente los de los niños, a los que se conocía como “los angelitos”, explica Mario Amorós en su recién publicada “La vida es eterna: Biografía de Víctor Jara”.
Su madre tuvo una influencia fundamental en su vida, a pesar de que la perdiera siendo adolescente, relata Amanda Jara, quien recuerda que su abuela siempre estaba presente en los relatos de su padre, incluso en sus canciones, como en “Despedimiento de un angelito”.