- Anna Holligan
- BBC News, La Haya
Es considerado el mayor proceso penal de la historia de los Países Bajos.
Este martes, varios miembros de un cartel de drogas implicados en una serie de asesinatos en el país europeo fueron condenados a cadena perpetua.
El cabecilla «indiscutible» de la banda, Ridouan Taghi, fue durante años uno de los fugitivos más buscados por las autoridades.
Taghi fue encarcelado por asesinato, delitos con armas de fuego y robo agravado.
Otros dos hombres, Said R y Mario R, cuyos nombres completos no pueden revelarse según la ley holandesa, también fueron condenados a cadena perpetua.
Los implicados fueron declarados culpables de complicidad para asesinar, intento de asesinato, y preparación y complicidad de asesinato.
Pero como parte de este enorme juicio, otras 17 personas fueron condenadas a penas que van desde cadena perpetua hasta un año y nueve meses de prisión.
Histórico
La naturaleza y la escala de este caso no tienen precedentes en los Países Bajos.
Fueron necesarios 142 días de audiencias repartidos en casi seis años, 800 páginas de alegatos y más de 3.000 páginas de documentos de los abogados para llegar a los veredictos de este martes.
Desde el principio, el «megajuicio», que comenzó el 11 de marzo de 2021, ha estado rodeado de secretismo y seguridad.
El presidente del tribunal dijo que el juicio «Marengo», llamado así por la palabra clave de la operación policial que condujo a los arrestos, involucraba hechos de «violencia despiadada y perturbadora».
«Cuando leemos los mensajes del expediente, terminamos en un mundo donde la vida humana no tiene valor», afirmó.
El juicio ha cautivado a un país que recientemente se ha visto obligado a enfrentar su violento mundo criminal.
La banda preparaba sus asesinatos mediante el uso de «observadores» y equipos de sonido sofisticados.
Según el tribunal, la organización contaba no sólo con pistoleros y conductores entre sus numerosos miembros, sino también con funcionarios corruptos que proporcionaban información privilegiada.
El líder
Taghi, de 46 años, fue declarado culpable de ser el líder indiscutible de la organización criminal, que se cree que fue uno de los carteles de la droga más grandes de los Países Bajos.
Era objeto de una orden de arresto internacional y finalmente fue detenido en Dubái en 2019, donde vivía fuera del radar en una mansión suburbana.
Bajo su liderazgo, cinco personas fueron asesinadas en el transcurso de 18 meses. Además, hubo dos intentos de asesinato y se planearon otros crímenes.
También se preparó un ataque contra una «tienda de espías» que vendía sofisticados equipos de vigilancia y donde la banda era cliente habitual.
Durante años, Taghi y su grupo parecieron operar con impunidad: sus crímenes estaban tapados por una cultura de miedo y silencio.
Los rivales criminales, los socios que incumplieran sus deudas o hablaran con los enemigos de la pandilla o con la policía corrían el riesgo de terminar en una lista de objetivos a ser aniquilados.
Los métodos de Taghi pertenecían a un nuevo tipo de mafioso holandés que creció en el vacío dejado por notorios gánsteres de la vieja escuela como Willem Holleeder. Su aparición marcó una preocupante escalada en la guerra contra las drogas.
La facilidad con la que Taghi decidía que alguien debía ser asesinado fue descrita por los jueces como «impactante» y despiadada.
En algunos casos, menores de edad estaban presentes cuando sus padres fueron asesinados a tiros.
En la sala del tribunal
Taghi no estaba entre los ocho sospechosos que comparecieron ante el tribunal el martes.
Los que sí lo hicieron fueron llevados a un tribunal de alta seguridad, apodado el «búnker», en vehículos blindados.
Policías fuertemente armados montaban guardia fuera del edificio, con chalecos antibalas y pasamontañas, mientras drones de vigilancia sobrevolaban el lugar.
La corte destacó que ninguno de los familiares sobrevivientes de las víctimas de los criminales hizo uso del derecho a hablar o presentó una denuncia como parte perjudicada, por el miedo y la vulnerabilidad que aún sienten.
Una persona que sí habló fue un hombre llamado Nabil B, quien se convirtió en el testigo clave del megajuicio.
Las cámaras del tribunal sólo lo filmaron por debajo del cuello, para ocultar su identidad.
Nabil B fue declarado culpable de ser cómplice de asesinato, pero se le impuso una pena inferior a 10 años debido a circunstancias personales y al papel que desempeñó al llevar a sus antiguos compañeros ante la justicia.
Justo antes de leer el veredicto, el tribunal reflexionó sobre tres asesinatos de personas cercanas a Nabil B, todos ellos ocurridos mientras la investigación estaba en curso.
Una semana después de que se hiciera público que Nabil B se había convertido en informante, a principios de 2018, su hermano fue asesinado a tiros.
Un año después, el abogado de Nabil B, Derk Wiersum, fue asesinado frente a su casa.
Luego, en julio de 2021, su confidente, el periodista de investigación Peter R. de Vries, recibió un disparo tras salir de un estudio de televisión en el centro de Ámsterdam. Murió poco después.
Nabil B calificó el caso Marengo como «el juicio más enfermizo y envenenado jamás realizado».
Antes de que se leyeran las sentencias este martes, el tribunal dijo que estos tres asesinatos añadieron un «tono oscuro» al proceso.
Esos asesinatos se están examinando ahora en juicios separados.