Desde que Javier Milei conmocionó a Argentina con su inesperada victoria en las elecciones primarias de agosto, analistas y periódicos de todo el mundo comenzaron a resaltar los puntos comunes entre la trayectoria del economista que ganó las elecciones presidenciales este domingo y la de dos otros políticos que también tuvieron un ascenso al poder sorprendente: el expresidente de EE.UU., Donald Trump, y el de Brasil, Jair Bolsonaro.
Las comparaciones con Bolsonaro y Trump, dos líderes a los que Milei dice admirar, se hacen desde 2021, cuando el argentino que se define como libertario fue elegido diputado.
“Haz que Agentina vuelva a ser grande”, escribió Trump en la red social Truth, utilizando una versión de su eslogan de campaña.
Por su parte, Bolsonaro dijo en X: “La esperanza vuelve a brillar en América del Sur” y concluyó saludando a Trump, que pretende presentarse nuevamente a la Casa Blanca el próximo año: “Que estos buenos vientos lleguen a Estados Unidos y a Brasil para que la honestidad, el progreso y la libertad vuelvan a todos nosotros”.
Milei, Bolsonaro y Trump son a menudo descritos por algunos analistas como líderes populistas de un nuevo movimiento global de la “derecha antipolítica” (o, para algunos, la “derecha radical” o la “extrema derecha”) construido cuestionando a la derecha tradicional.
Los tres se presentan como “outsiders” y ganaron popularidad con un discurso antisistema y antiélites, y el uso de las redes sociales para conectarse directamente con sus bases.
Pero, a pesar de varias afinidades, también existen diferencias importantes entre los tres, que podrían reflejarse en el gobierno de Milei, que dará comienzo en diciembre.
BBC News Brasil habló con analistas sobre las principales similitudes y diferencias entre Milei, Bolsonaro y Trump.
Cultivo de la imagen de antisistema y de ‘outsider’
Al igual que Trump y Bolsonaro, Milei se presenta como alguien que no forma parte del establishment y que llegó para luchar contra las élites políticas.
“La casta tiene miedo”, fue uno de sus lemas de su campaña.
Los analistas entienden que la “casta”, a juicio del ahora presidente electo, estaría compuesta principalmente por los políticos kirchneristas, pero también por los empresarios.
Debutante en la política, el meteórico ascenso de Milei se atribuye a su discurso contra “los políticos de siempre” y la decadencia de la Argentina “de los últimos cien años”.
Patricio Navia, profesor de la Universidad de Nueva York, entiende que esa característica de presentarse como fuera del sistema político es el principal punto de similitud entre Milei, Trump y Bolsonaro.
“Los tres se parecen en el sentido de ser antisistema, pero conocen bien el sistema. Y aprovechan ese conocimiento para decir: ‘Conozco el sistema, es corrupto y te discrimina y discrimina a la gente pura y honesta”.
La narrativa “antisistema” incluye el mensaje de que ellos son los “salvadores” que solucionarán los problemas del país, porque están mejor formados, pero también porque rescatarán un pasado supuestamente mejor que el actual, apunta Navia.
“Trump mantuvo el discurso ‘Make America Great Again’ (‘Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande’).
Milei dice que Argentina funcionó cuando se abrió al mundo pero que desde que surgió el peronismo (hace 80 años), el país entró en decadencia. Es decir, ‘Make Argentina Great Again’ (o ‘Hagamos que Argentina vuelva a ser grande’)”.
Navia ve algo similar en Bolsonaro. “Pero el mundo ideal de Bolsonaro era el de la vuelta a un Brasil en el que los militares gobernaban todo el país”.
Esta imagen, en los tres casos, se ve reforzada por un discurso marcado por una ruptura del protocolo político y un estilo belicoso.
“Los tres aprovechan este componente antisistema”, señala Carlos Gustavo Poggio, profesor de Relaciones Internacionales del Berea College, en Kentucky, Estados Unidos.
Poggio enfatiza que esto no es un rasgo objetivo, y es más una cuestión de estilo que de contenido, en busca de conexión con votantes que se consideran fuera de la política tradicional.
Pero, a pesar de las similitudes en la forma en que se presentan, los tres líderes tienen trayectorias diferentes.
Milei, fue economista en uno de los principales grupos empresariales de Argentina, la Corporación América, que tiene negocios que van desde la gestión de aeropuertos hasta la agroindustria y ganó fama con sus explosivas apariciones en programas de televisión.
Sin embargo, no entró en política hasta 2021, cuando fue elegido diputado. En aquel momento, la bancada de su partido, La Libertad Avanza, estaba formada únicamente por él y su actual candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel.
Bolsonaro sí contaba con tres décadas de experiencia como parlamentario cuando fue elegido presidente en 2018.
En el caso de Trump, que construyó su carrera como un exitoso empresario, su entrada a la política se produjo con su sorprendente conquista del Partido Republicano.
“Trump hizo campaña como un outsider, les dijo (a los votantes) que no era de Washington, que iba a Washington para sacudir las cosas y cambiarlas. También que aportaría sus habilidades como hombre de negocios”, le dice a BBC Brasil el politólogo Todd Belt, profesor de la Universidad George Washington.
Inicialmente rechazado por los políticos tradicionales, Trump acabó no sólo ganando las elecciones de 2016, sino transformando el partido a su imagen y semejanza.
Incluso hoy, después de perder las elecciones de 2020 y ser objeto de varias investigaciones, Trump sigue siendo el líder del Partido Republicano y el favorito en las encuestas para convertirse en el candidato republicano a la presidencia de las elecciones del próximo año.
“Ni Bolsonaro ni Milei tienen una estructura de partido como la de Trump“, destaca Poggio.
“Ésta también es una diferencia importante. Significa que tienen que recurrir a una cuestión mucho más personalista, mucho más centrada en la persona, ya que no pueden recurrir al discurso partidista“.
Uso de las redes sociales y base de votantes
Tanto Milei como Trump y Bolsonaro, al principio no fueron tomados en serio por sus oponentes ni por los medios tradicionales.
Los tres líderes son similares en la forma en que utilizaron las redes sociales para conectarse directamente con su base de votantes y luego captar la cobertura de la prensa.
Con declaraciones rimbombantes, evitando la “corrección política”, crearon momentos virales en redes como Facebook, Twitter o TikTok, y acumularon millones de visualizaciones. Esto, a su vez, llevó a los medios tradicionales a darles cada vez más espacio a estos candidatos.
Milei se ganó el fervor de esta base de seguidores con declaraciones estridentes y propuestas consideradas radicales.
Calificó el cambio climático de mentira socialista, prometió “dinamitar” el Banco Central del país y dolarizar la economía, calificó de “excremento” a la moneda local y al Papa Francisco, que es argentino, de “malvado”.
Con una chaqueta de cuero negra y un micrófono en mano, el argentino mantiene una imagen rockera en mítines y apariciones públicas sin temer a las críticas cuando afirma que sus perros, clones genéticos de su difunto perro Conan, son los “mayores estrategas (políticos) del mundo”.
“No hay nadie que haya podido utilizar las redes sociales para impulsar la cobertura de los medios tradicionales como lo ha hecho Trump”, afirma Belt, señalando que el éxito de la campaña estadounidense de 2016 sirvió de modelo para otros líderes mundiales.
Poggio señala que siempre ha habido candidatos con este estilo. Pero, antes de la popularización de las redes sociales, estos políticos eran filtrados por los medios tradicionales y no recibían tanta cobertura.
“En el pasado, los grandes periódicos y las grandes cadenas de televisión no daban cobertura a este tipo de candidatos”, afirma Poggio.
“Hoy en día, con las redes sociales sucede todo lo contrario. Obtienes más participación cuanto peor es tu lenguaje y más absurdo eres“.
Bolsonaro fue elegido presidente en 2018 a pesar de tener inicialmente solo 8 segundos de propaganda electoral en la televisión.
“Esto sólo fue posible gracias a esta fragmentación de la comunicación que existe hoy, habilitada por las redes sociales”, dice Poggio
Las redes sociales también juegan un papel central para Milei.
Su popularidad en las plataformas está impulsada por los jóvenes de la Generación Z, que constituyen una parte importante de su electorado.
Muchos están desilusionados con los políticos tradicionales, después de décadas de constantes crisis económicas en el país.
Milei ganó fuerza especialmente en TikTok, una plataforma donde tiene 1,4 millones de seguidores.
En sus mítines llama la atención la presencia de jóvenes menores de 30 años, especialmente hombres.
Muchos de los votantes que ayudaron a Trump a ganar la presidencia en 2016 también eran hombres, en su mayoría blancos sin título universitario.
Pero, a pesar de contar también con muchos votantes jóvenes, en el caso de Trump y Bolsonaro, la característica más llamativa de sus seguidores no es la edad, sino el sentimiento de alienación política, económica y cultural, en opinión de Poggio.
“Están fuera de la política tradicional, sienten que no tienen lugar, sienten que los políticos no los escuchan, sienten que necesitan a alguien que se presente como un outsider, que esté fuera de este sistema y que prometa destruirlo“, señala Poggio.
La visión del argentino Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Nova Maioria, en Buenos Aires, es similar.
Para Fraga, los tres parecen haber entendido la frustración de las sociedades por la desigualdad, que lleva a sectores a identificarse con un “outsider” en busca de un progreso económico, ahora estancado, o de peticiones de “mayor severidad” en la seguridad pública
Discurso anti China y antiizquierdista
China, al igual que Brasil, son el blanco constante de las críticas de Javier Milei.
Manifestó, en varias ocasiones, que los empresarios “son libres” de negociar con “los países que quieran”, pero que su gobierno no tendrá relación con ninguno de ellos pese a ser los principales socios comerciales de Argentina.
Milei entiende que China, gobernada por el Partido Comunista, y Brasil, actualmente presidida por Luiz Inácio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores, son países “comunistas y socialistas” y dice querer distanciarse de ellos.
Con estas posturas, Milei se presenta como anticomunista. Igual que Jair Bolsonaro. Ambos, junto con Trump, se posicionan en contra de las ideas y políticas de la izquierda.
El estadounidense, a su vez, también utilizó retórica anticomunista. En su campaña para las elecciones de 2024, ha dicho que quiere impedir la entrada al país de “comunistas y marxistas”.
Aunque los tres también hacen declaraciones contra China, los analistas recuerdan que existen diferencias importantes en este contexto.
Para Belt, en el caso de Trump, el discurso anti China no se basa en una ideología anticomunista, sino que está más vinculado al hecho de que muchos de sus seguidores, que habían perdido sus empleos en las fábricas, culpaban a China, y el candidato vio esto como una oportunidad.
“Lo primero que hizo Trump al llegar a la presidencia fue aumentar los impuestos a ciertas importaciones procedentes de China“, señaló el profesor Patricio Navia, de la Universidad de Nueva York.
Las disputas entre ambos países fueron constantes durante la administración Trump y, en cierto modo, continuaron bajo la administración de Joe Biden, señala Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Nova Maioria, de Buenos Aires.
Poggio destaca que, a pesar de la similitud del discurso anti China, la realidad de Brasil y Argentina es muy diferente a la de Estados Unidos, que es la mayor potencia del mundo.
“Bolsonaro, tan pronto como asume la presidencia, se da cuenta de que este discurso anti China no podría aplicarse en la realidad, porque China es el mayor socio comercial de Brasil. Lo mismo sucede en Argentina. El gigante asiático es uno de sus mayores socios comerciales”.
Aborto y matrimonio homosexual
Milei y Bolsonaro también tienen similitudes en otros temas importantes para los sectores más conservadores de la sociedad, como las críticas a lo que catalogan como ideología de género y la oposición a la despenalización del aborto, ocurrida en Argentina en 2020.
Pero, si Bolsonaro se presenta como un defensor de la familia tradicional y conservadora, Milei tiene un discurso diferente, y se presenta no como conservador, sino como ultraliberal.
Aún así, Milei, que en algún punto de su campaña defendió la venta de órganos (posteriormente dejó de mencionar la propuesta), no se alinea con la libertad individual cuando el tema es el derecho al aborto.
Pretende convocar un plebiscito sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Aborto dejando claro que está en contra del aborto y la forma en que fue la ley fue aprobada en 2021 (con una votación en el Congreso).
Se declaró “provida” por convicción “filosófica, biológica y matemática”.
Carlos Gustavo Poggio, del Colegio Berea, recuerda que el aborto es un elemento importante porque involucra el tema de la religión y la base religiosa que apoya a estos candidatos.
“Pero, como en el caso de Milei, esta base no es muy significativa, para él este no es un tema tan importante”, señala Poggio.
“Para Bolsonaro si fue un tema central, precisamente para movilizar más votantes evangélicos y religiosos“, añade.
En el caso de Trump, uno de los hitos de su presidencia fue el nombramiento de tres jueces conservadores de la Corte Suprema de Estados Unidos, que acabaron desempeñando un papel crucial en la sentencia, el año pasado, que anuló el derecho constitucional al aborto, garantizado desde 1973.
Pero, según Todd Belt, el ex presidente estadounidense no tenía una perspectiva conservadora sólida sobre el aborto y abrazó el tema más porque era políticamente ventajoso que por convicción personal.
“Trump nunca estuvo en contra del aborto hasta que se convirtió en candidato”, dice Belt.
Tras la decisión de la Corte Suprema, varios estados aprobaron leyes restrictivas en materia de aborto, y la cuestión ha beneficiado a los demócratas en las elecciones legislativas y estatales.
“Trump se ha dado cuenta de que este es un tema problemático para los republicanos. Lo ideal para Trump sería no volver a tocar el tema. Pero será muy difícil, porque los demócratas lo obligarán a discutir en el próxima campaña de las elecciones presidenciales”, afirma Poggio.
Cuando se trata del matrimonio homosexual, tema al que claramente se opone el bolsonarismo en Brasil, Milei defiende sus credenciales libertarias y dijo que no está en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo porque “hay que respetar la individualidad”.
E incluso fue más allá al decir que está en contra de que el Estado formalice cualquier tipo de matrimonio. “Para mí, la elección sexual (de una persona) no importa en absoluto. Si una persona quiere estar con un elefante y tiene el consentimiento del elefante, es un problema entre la persona y el elefante. (..) Lo que puedes hacer es imponer cosas desde el Estado”, dijo durante una entrevista con un periodista peruano.
La frase de Milei provocó polémica por mencionar a los elefantes al hablar de homosexualidad.
La narrativa del fraude electoral
Trump rechazó su derrota en las urnas en 2020 y, pese a la falta de pruebas de irregularidades en los comicios, difundió entre sus seguidores la idea de que había habido fraude.
Esto culminó con la invasión del Capitolio, sede del Congreso estadounidense, el 6 de enero de 2021.
Un episodio similar ocurrió en Brasil tras la derrota de Bolsonaro el año pasado.
Alegando fraude en el sistema de votación electrónica, partidarios del presidente derrotado invadieron edificios del gobierno federal en Brasilia el 8 de enero de este año.
Según Poggio, Bolsonaro copió la estrategia de Trump.
“Es también un discurso importante para mantener movilizada a la base, un discurso que refuerza la identidad antisistema”, afirma Poggio.
“‘El pueblo me quiere, pero el sistema está en mi contra, no quiere que sea elegido’”, ejemplifica.
“Desafortunadamente, a pesar de violar las normas democráticas, es una estrategia exitosa”, destaca Belt.
“En Estados Unidos, todos los republicanos que se pronunciaron contra lo que hizo Trump y la violencia del 6 de enero terminaron (más tarde) apoyándolo. La prueba es que consiguió seguir dominando el partido”.
Milei, a pesar de ganar las primarias en agosto alegó fraude, y afirmó, sin presentar pruebas, que sus opositores le habían robado votos. Un periódico argentino comparó la estrategia con la de Trump y Bolsonaro.
Autoridades del sistema electoral criticaron la actitud y afirmaron que el procedimiento de votación argentino es “confiable”.
Libre mercado y apoyo de los principales sectores económicos
Milei ha declarado que el Estado “simplemente es un obstáculo” y defiende la libertad de mercado. Dice que cree que los empresarios serán más prósperos y habrá menos corrupción si las negociaciones comerciales, incluso con otros países, no incluyen la presencia estatal.
La casi ausencia del Estado defendida por Milei lo diferencia del “proteccionismo de Trump” y de la postura de Jair Bolsonaro cuando estaba al frente de Brasil.
“Bolsonaro quería un Estado poderoso que promoviera reformas conservadoras. Era neoliberal en algunas cosas, pero también muy conservador y proteccionista en otras”, afirma Navia, de la Universidad de Nueva York.
“Trump quería un Estado proteccionista. Se diferencian en una serie de dimensiones que son muy importantes en las políticas públicas”.
El argentino no cuenta con el apoyo explícito de los sectores empresariales del país, que temen tanto la implementación de sus propuestas, como la dolarización de la economía y lo que suceda con las relaciones con Brasil y China, países que critica.
En un discurso ante empresarios, Milei afirmó que pondría fin a las obras públicas y fue aplaudido tímidamente.
Según el analista argentino Rosendo Fraga, el empresariado prefería a Sergio Massa porque ya lo conocía. Durante la campaña, Milei se negó a reunirse con la Unión Industrial Argentina.
El experto valora, sin embargo, que la “resistencia” del empresariado y del mercado financiero se verá suavizada.
El argentino recibió el apoyo del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), bien considerado por grandes sectores económicos.
“El mercado se resiste a Milei porque no lo controla ni él se deja controlar por ellos”, dice Fraga.
Milei cuenta, sin embargo, con el apoyo de sectores como las empresas tecnológicas e incluso del sector petrolero, que están descontentos con la política económica de Massa.
La gran expectativa es que Milei anuncie un Ministro de Economía confiable, para disminuir la desconfianza.
Ésta fue la estrategia utilizada por Jair Bolsonaro en Brasil, cuyo pilar de su primera campaña fue el liberal Paulo Guedes, anunciado como su zar económico.
El ex ministro de Economía brasileño ya gozaba de buena reputación en el mercado y obtuvo un apoyo mayoritario en el sistema financiero y en importantes sectores empresariales.
Militares y dictadura
Milei y Bolsonaro también tienen puntos de contacto en su relación con los regímenes militares pasados de ambos países, una realidad sin paralelo con los Estados Unidos de Trump.
Capitán retirado del Ejército, Bolsonaro hizo del reclamo de la dictadura brasileña (1964-1985) una pancarta de campaña, defendiendo sus supuestos avances económicos y rechazando acusaciones de violaciones de derechos humanos ocurridas durante el período.
En dos debates, el argentino cuestionó el número total de víctimas de la dictadura del país, alegando que no fueron las 30.000 reportadas por organismos de derechos humanos.
Los analistas entrevistados entienden que Milei sigue la agenda de su candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, que ha dicho que tiene intención de revisar las indemnizaciones pagadas por el Estado a las víctimas de la dictadura militar (1976-1983).
El dúo también propone establecer indemnizaciones para las víctimas de los ataques de la guerrilla de izquierda en los años 70.
Esta semana, Villarruel volvió a afirmar que el antiguo centro de tortura de la Armada Argentina, ESMA, ahora llamado Espacio de Memoria y Derechos Humanos, debería ser desmantelado y transformado en escuelas.
El lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en septiembre.
En Argentina, a diferencia de Brasil, los líderes del régimen dictatorial fueron juzgados en los años 80.
Desde 1983, los militares no han tenido una influencia determinante en la política del país.