- Nick Thorpe
- BBC News, Hungría
El Primer Ministro húngaro, Viktor Orban, advirtió que podría «echar el freno de mano» a la futura ayuda financiera a Ucrania, tras vetar un paquete de US$55.000 millones destinado a ayudar a su vecino a sobrevivir los próximos tres años.
No es la primera vez que Orban se interpone en el camino de sus colegas de la Unión Europea para ayudar a Kyiv en plena guerra con Rusia.
Sin embargo, permitió este jueves a regañadientes que Ucrania y Moldavia empiecen negociaciones formales de adhesión a la UE, sin apoyar la idea. Al salir de la sala, permitió que los otros 26 líderes de la UE votaran a favor por unanimidad.
Aun así, declaró que era una «mala decisión» que Hungría podría detener en cualquier momento.
¿Cuál es el problema de Viktor Orban con Ucrania?
El mandatario argumenta que su postura es pragmática y constructiva, aunque es evidente que existe una antipatía personal entre él y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
Mientras otros líderes de la UE hacen fila en las cumbres de Bruselas para hacerse fotos con el dirigente ucraniano, Orban se aparta.
El pasado fin de semana, Zelensky mantuvo una intensa conversación con Orban, cuando ambos asistieron a la toma de posesión del nuevo presidente de Argentina, Javier Milei.
El presidente ucraniano dijo después que le había preguntado a Orban por qué Hungría bloquea la adhesión de su país a la UE.
El aliado europeo de Rusia
Orban parece estar más a gusto con Vladimir Putin que con Zelensky. Incluso, es el aliado más cercano del líder ruso en Europa.
Ha condenado con cautela la invasión rusa sin criticar a Putin y, hace poco, se convirtió en el primer dirigente occidental que se reúne con él desde abril de 2022.
«Hungría nunca ha querido enfrentarse a Rusia. Hungría siempre ha estado dispuesta a ampliar los contactos», afirmó a Putin, según citó la televisión estatal rusa, durante las conversaciones que mantuvieron en Pekín en octubre. Algunos informes sugieren que incluso adoptó el término de Putin para referirse la guerra, «operación militar especial».
La imagen de un dirigente de la UE y la OTAN estrechando la mano de Vladimir Putin enfureció a los aliados occidentales de Orban. El embajador de Estados Unidos en Budapest se quejó de que mientras Rusia atacaba a civiles ucranianos, «Hungría aboga por acuerdos comerciales».
El primer ministro húngaro argumenta que Ucrania no puede ganar la guerra y que, por tanto, sus aliados deberían persuadirla de que busque un alto el fuego inmediato, seguido de negociaciones.
Durante el verano advirtió que la contraofensiva ucraniana fracasaría y en eso ha demostrado tener algo de razón.
Se ha opuesto a las sanciones de la UE al petróleo y el gas rusos y se niega a que entre en Ucrania ayuda militar de la UE o la OTAN. Dice que suministrar armas a Kyiv sólo prolonga la agonía.
Orban tomó la decisión de vetar el último paquete de ayuda económica a Ucrania, porque considera que el dinero de los contribuyentes húngaros no debe ir en contra de sus propios intereses.
Según él, la adhesión de Ucrania a la UE sería un desastre para el bloque europeo, incluidos los agricultores húngaros. También quitaría fondos de cohesión a los húngaros y a otros.
No ve a Ucrania como un futuro miembro de la UE, sino como una zona de amortiguamiento entre la UE y Rusia. Es una visión no muy diferente de la de Vladimir Putin de una Ucrania «neutral y desmilitarizada».
Hungría tampoco es indiferente
Un alto diplomático húngaro declaró a la BBC que el conflicto en Ucrania era «una guerra civil intereslava», lo que ilustra la tendencia del partido gobernante de Orban, Fidesz, a ver el mundo en términos étnicos.
Hungría no ha sido indiferente a los efectos de la invasión rusa.
Ha proporcionado una ayuda humanitaria considerable y ha ayudado a cientos de miles de refugiados ucranianos que se dirigían a otros países de la UE. Unos 25.000 permanecen en Hungría y reciben ayuda estatal.
Pero Orban afirma que la historia suele darle la razón.
Señala que sus críticos más acérrimos durante la crisis migratoria de 2015-16 están adoptando ahora de manera discreta sus políticas, incluida la construcción de vallas y el intento de externalizar las solicitudes de asilo a países fuera de Europa, como Ruanda, Libia y Túnez.
Otro pilar de la política de su gobierno es el apoyo a las minorías húngaras en los países vecinos.
Decenas de personas de etnia húngara han muerto o han resultado heridas en combate, luchando por Ucrania. Otros miles han huido o no han regresado a sus hogares desde la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022.
Desde 2017, el Gobierno de Orban está enfrentado a Kyiv por una ley ucraniana de educación que dificultaba cada vez más el estudio del húngaro en las escuelas ucranianas.
Orban se hizo el duro y bloqueó las reuniones de la comisión OTAN-Ucrania.
Antes de la cumbre de la UE de esta semana, Ucrania aprobó una nueva ley que garantiza el derecho de los húngaros y otras «nacionalidades de la UE» a hablar y estudiar en su propia lengua.
Sin embargo, Mate Kocsis, jefe de la facción húngara del Fidesz en el Parlamento, tachó el cambio de «cosmético y de poco peso».
Según cálculos no oficiales, sólo quedan 50.000 húngaros étnicos en Ucrania y la hostilidad hacia ellos va en aumento.
«Cada vez que Orban abre la boca, nuestra situación empeora», aseguró a la BBC un antiguo partidario de la línea dura del primer ministro húngaro en Mukhachevo, un centro de húngaros en la provincia ucraniana de Transcarpatia.