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sábado, septiembre 14, 2024

ANALISIS/ ELECCIONES Robert F. Kennedy Jr., el golpe que los demócratas no vieron

Diario Las Américas
Sin duda alguna, las elecciones presidenciales de 2024 pasarán a la historia precedidas por trascendentales y sorpresivos cambios, acciones políticas sin precedentes y acontecimientos históricos.

Durante las primarias, los dos candidatos potenciales Joe Biden y Donald Trump llegaron a esa fase preliminar con una estela de sucesos detrás.

Trump se convirtió en el candidato presidencial republicano en el vórtice de su enfrentamiento a cuatro procesos judiciales, algo sin precedentes contra un expresidente en la historia de la nación, todos – aseguran analistas- bajo el matiz político del acoso y de los intentos incesantes de impedir que estuviera en las boletas primarias; y que lograra su objetivo final: La Casa Blanca.

Meses antes del proceso electoral, Colorado y Maine eliminaron a Trump de la boleta de las primarias en un acto desesperado e inconstitucional por parte del Tribunal Supremo de ese estado, sin que el exmandatario fuese declarado culpable ante la Justicia por ninguna insurrección o traición a EEUU.

Mientras que esto ocurría, más de una decena de estados dirigidos por la extrema izquierda sumaban demandas similares contra el exjefe de la Casa Blanca y precandidato en ese entonces. La mayoría, sin embargo, lo ratificaban con derechos legítimos a postularse bajo las leyes electorales en EEUU y de la Constitución.

Alternativa a Biden

Finalmente, la Corte Suprema de Estados Unidos concluyó que la sección 3 de la enmienda 14, nunca antes utilizada y que buscaba la inhabilitación por supuesta insurrección, no aplicaba contra los derechos de postulación de Trump, un dictamen que echó por la borda todas las tentativas izquierdistas contra el republicano.

Semanas después, el exinquilino de la Casa Blanca ganó las primarias republicanas de forma abrumadora, convirtiéndose en el primer precandidato republicano en ganar los caucus de Iowa y New Hampshire; además de lograr el mayor margen de victoria en Iowa. Jamás ningún aspirante conservador a la Presidencia del país se había llevado ambas victorias.

Por su parte, Biden, con pleno respaldo de la gran prensa liberal y de la élite demócrata, enfrentaba investigaciones independientes del Congreso sobre presunta corrupción y abuso de poder que lo vinculan a su hijo Hunter Biden y a su hermano James Biden, en negocios oscuros en Ucrania y China, junto a la relacionada con la divulgación y archivo de documentos ultrasecretos de la Casa Blanca cuando era vicepresidente en el gobierno de Barack Obama.

Mientras, en la escena política de la izquierda resonaba con fuerza, sobre todo entre los jóvenes, el nombre de un oponente emblemático: Robert F. Kennedy Jr., hijo del senador del mismo nombre y sobrino del presidente John F. Kennedy, ambos asesinados.

En abril de 2023, Kennedy Jr. se presentó como una alternativa al desastre causado por Joe Biden y Kamala Harris, además de sus nuevas propuestas de cambios internos en el bando azul.

Tras bambalinas, el precandidato Kennedy era víctima de una encarnizada marginación y desprecio por parte de la élite de extrema izquierda y el Comité Nacional Demócrata, que favorecían [por cualquier medio] a Joe Biden.

El hijo del asesinado senador Robert F. Kennedy se cansó de ser torpedeado por los demócratas, debido a sus firmes diferencias con la nueva inclinación del Partido Demócrata, dominado ahora por posturas extremistas (socialistas) y sus consecuentes y fallidas políticas económicas.

La plataforma ejecutada por Biden-Harris, una extensión de la administración Obama, atentó de forma directa contra el desarrollo de la pequeña y mediana empresa privada; además de atacar la cultura e historia conservadoras, el respeto al cristianismo, a la Constitución y a las libertades individuales, bases de la democracia estadounidense.

Sólo los grandes consorcios y multiancionales económicas, como las farmacéuticas, tecnológicas y petroleras, se han beneficiado con las medidas de Biden, a diferencia de la clase trabajadora y clase media a las que Biden prometió properidad en su campaña electoral de 2020.

Kennedy Jr. dejó el partido azul y se inscribió como candidato independiente en un intento de defensa y reacción en su camino hacia la Casa Blanca, pero las probabilidades reales de lograrlo eran casi nulas.

Sin embargo, el anuncio suponía un golpe potencial de millones de votos menos para los demócratas, también un impacto para la campaña de Trump, aunque menos severo, de acuerdo con analistas.

Pero en ese momento, el mayor peso que soportaba el inquilino de la Casa Blanca era el avanzado deterioro de su salud mental puesto en evidencia en una serie de graves errores, entre ellos la confusión de la Franja de Gaza con la frontera de México; la del presidente de Francia Emmanuel Macron con el fallecido Francois Miterrand; la del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador con el líder egipcio Abdelfatah El-Sisi; además de la desorientación en distintos eventos públicos importantes. En algunos, incluso, se quedó profundamente dormido.

El primer debate presidencial, aparentemente preparado para desbancar a Biden de su camino por la reelección, terminó siendo el entierro político del exsenador por Delaware durante 36 años y exvicepresidente durante 8 años.

Todas las encuestas nacionales daban a Biden como un claro perdedor, de ahí la urgencia de que la izquierda buscara otro candidato. Muchos no pensaron en Harris, quien marchaba muy por detrás del mandatario en todos los sondeos nacionales.

Acontecimiento histórico

Los dos sucesos que hasta el momento habían marcado la cúspide de las tensiones preelectorales eran: en primer lugar, el atentado en Pennsylvania al expresidente Trump a menos de 48 horas de la Convención Nacional Republicana en Milwaukee. Visto como un ataque a la democracia y el resultado final de la incitación desmedida contra Trump por parte de la izquierda y de la extrema izquierda.

En segundo, el caos interno entre los demócratas antes de la renuncia forzada de Biden a su reelección, que derivó en la designación a dedo de Kamala Harris, semanas antes de la Convención Nacional Demócrata en Chicago.

El nombramiento de Harris causó ronchas entre prominentes demócratas y donantes, quienes recordaron que el candidato elegido democráticamente por los electores de izquierda en las elecciones primarias había sido Joe Biden, no Kamala Harris. Algunos de ellos exigieron una consulta popular para confirmar a Harris, pero la premura y el caos interno sepultaron esas solicitudes.

Al mismo tiempo, algunos rumores nacieron en medios de prensa y redes sociales acerca de que Harris tampoco sería la candidata demócrata a la Casa Blanca. Se referían a Hillary Clinton, Michelle Obama y Gavin Newsom, el gobernador de California.

El atentado a Trump y la renuncia de Biden, con el nombramiento de Harris, parecían ser las grandes sorpresas previas a unos comicios generales caracterizados por acciones y estrategias políticas de una izquierda “progresista” (socialista) en Washington, impensables menos de 20 años atrás.

Sin embargo, un nuevo acontecimiento histórico completó la lista de asombros antes del 5 de noviembre: Robert F. Kennedy (RFK) Jr. anunciaba el fin de su campaña independiente por la Casa Blanca y se unía a Trump, bajo el acuerdo de formar parte de su gabinete.

En opinión de Robert Cox, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Carolina del Sur, «es probable que la mayoría de los partidarios de Kennedy» apoyen a Trump y esto «podría tener un impacto muy significativo en el resultado de tres estados clave, Michigan, Wisconsin y Arizona».

Kirk A. Randazzo, también profesor del mencionado centro, no comparte el mismo criterio: «No está claro el impacto”, pues quizás los partidarios de Kennedy se resistan a apoyar a Trump, ya que «muchas personas a las que les gusta RFK Jr. sienten cierta aversión» por el expresidente.

El impacto Kennedy, Gabbard y Vance

Medir el pulso y hacer un análisis relativamente preciso sobre la decisión final de los votantes resulta en extremo complejo, más en los momentos actuales, con un descontento popular generalizado, falta de confianza en la transparencia electoral, escasa credibilidad de la mayoría de los medios de prensa y una polarización política muy evidente.

Múltiples ángulos pueden influir en la decisión de los electores: A Kennedy lo define su posición antirradical de izquierda. La alternativa al cambio dentro del partido también, pero esto queda en el limbo sin el apoyo de Trump, con posibilidades reales de llegar a la Oficina Oval.

Esta observación podría impulsar a muchos a dar el voto a Trump, visto como una alianza con objetivos importantes de izquierda dispuestos a cumplirse. Para otros, dentro del Partido Demócrata, Kennedy representa la traición, algo que la mayoría de los jóvenes observan con mayor flexibilidad y lo perciben como una estrategia en busca de propósitos concretos; forma parte de la psicología juvenil de cambio.

Esta visión también beneficia a Trump cuando la prensa izquierdista siempre lo ha definido como autoritario, inflexible y en extremo rígido en su postura política. Kennedy Jr. suaviza esa caracterización de Trump, que sin dudas ha calado en muchas personas mal informadas o desinformadas.

En el momento de abandonar la carrera presidencial, RFK Jr. contaba con una intención de voto entre el 5% y 7%, pero lo más significativo es que había ganado mucho terreno a Biden en los grupos de votantes jóvenes e hispanos, un camino en el que Trump avanzaba con fuerza esta vez a diferencia de sus dos campañas anteriores (2016 y 2020) en el momento de la renuncia de su antiguo oponente Biden.

Para algunos republicanos radicales, la alianza con Kennedy levanta más sospechas que beneplácito. Sin embargo, en los más recientes sondeos, el entendimiento de esta decisión supera las expectativas de la campaña del expresidente. Más de un 74% de los republicanos aplaude la llegada de Kennedy, sobre todo después de las reacciones de rechazo de algunos miembros de la legendaria familia Kennedy respecto a la posición actual de Robert.

También Gabbard

Pero si saltan muchas dudas sobre el impacto real de apoyo a Trump por parte de indecisos, tanto demócratas como independientes con la integración del abogado y político Kennedy a la campaña republicana, la exrepresentante federal por Hawai, Tulsi Gabbard, añade más energía, unidad real, compromiso con EEUU, y renovación [con apenas 43 años de edad], que se unen a la vitalidad que representa JD Vance como compañero de fórmula de Trump.

Gabbard, exlegisladora y voluntaria militar, fue vicepresidenta durante tres años del Comité Nacional Demócrata; conoce bien los entramados del bando azul y por eso se apartó del Partido Demócrata. Gabbard ha resurgido en la política nacional con un video durante las primarias demócratas de 2020 en el que desenmascara a Kamala Harris en un debate presidencial.

En la grabación, que se ha convertido en tendencia en redes sociales, Gabbard cuestiona a través de irrefutables argumentos la trayectoria en el Departamento de Justicia de California de Harris hasta convertirse en la fiscal general de ese estado.

Gabbar expone cómo Harris condenó hasta con 10 años de prisión a negros e hispanos por posesión de apenas un par de cigarrillos de marihuana, el equivalente a un gramo. Harris se vende ahora como la defensora de la justicia de los afroamericanos e hispanos y defiende la aprobación de la marihuana con fines recreativos.

Revelaciones de RFK Jr.

Por su parte, RFK Jr., además de revelar señales de corrupción y pugnas por el poder dentro del Partido Demócrata y cambios hacia una plataforma apegada a la extrema izquierda, denunció de manera ferviente la responsabilidad de China sobre la pandemia de COVID-19 y el presunto complot global sobre las vacunas, epidemias, pandemias; el poder de las tecnológicas y el control desmesurado de los medios de comunicación de izquierda en EEUU para cambiar tendencias bajo intereses de poder político.

«En mi corazón, ya no creo tener un camino realista hacia la victoria electoral frente a esta censura implacable y sistemática y al control de los medios de comunicación. Por lo tanto, no puedo, en buena conciencia, pedirle a mi personal y voluntarios que sigan trabajando largas horas; o pedirles a mis donantes que aporten más dinero cuando no puedo decirles con honestidad que tengo un camino real hacia la Casa Blanca», dijo Kennedy el día que decidió unirse a Trump.

Durante el discurso en el que Kennedy hizo graves acusaciones sobre el proceso de primarias del Partido Demócrata, la cadena CNN interrumpió la transmisión en vivo.

Kennedy Jr. afirmó que el partido había manipulado las primarias y sustituyó al candidato legítimo por otro que no había recibido ningún voto, refiriéndose a Kamala Harris.

También criticó a los medios de comunicación por encubrir y censurar estas irregularidades, y aseguró que esta censura está diseñada para silenciar las voces disidentes y proteger los intereses establecidos dentro del partido.

La interrupción del discurso se produjo mientras Kennedy Jr. abordaba la falta de transparencia en el proceso electoral y el papel de los medios en el encubrimiento de la verdad, avivando el debate sobre la integridad del proceso electoral en Estados Unidos.

Además de personalidades como Kennedy Jr. y Gabbard, el candidato presidencial republicano a la Casa Blanca cuenta esta vez con el respaldo directo de Elon Musk, dueño de X (antigua Twitter, donde fue silenciado el entonces presidente de EEUU).

Legado y encuesta

El mal trecho legado que dejan Biden y Harris al frente del país equivale la principal atenuante para que Trump regrese a la Casa Blanca, sin las irregularidades electorales de 2020.

Algunos grandes medios de prensa persisten en la fabricación de la imagen idílica y falsa de Kamala Harris, pero la “luna de miel” -a pesar del bombardeo mediático- debe concluir pronto, concuerdan analistas conservadores e independientes. Lo mismo que ha ocurrido con su compañero de fórmula Tim Walz, atacado con severidad por sus mentiras sobre “honores” en su servicio militar al país.

En una reciente encuesta en la plataforma X entre 6 millones de votantes, el 72% tiene intenciones de votar por Trump frente al 27% por Harris.

Días antes del anuncio de Kennedy, su compañera de fórmula, Nicole Shanahan, explicó que la decisión radicaba en «unir fuerzas» con Trump en un intento de evitar que la vicepresidenta Kamala Harris gane la Presidencia.

Si los “nuevos demócratas” pensaron que el dolor de cabeza por Biden concluiría con el plan de edulcoración sobre una falsa figura de Harris y trayectoria ejemplar que no tiene, a medida que avanzan las semanas rumbo a las elecciones presidenciales se toparán con mayores preocupaciones y obstáculos como parte de una realidad contraproducente en EEUU que los electores decidirán si define o no su voto el 5 de noviembre.

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