MIAMI.-Las sobras de comida que dejan los comensales en los platos de restaurantes o incluso los productos comestibles que se pierden en las cosechas y comercios minoristas alcanzan un tercio de los alimentos en el mundo y su desperdicio ocasiona un coste económico superior a un billón de dólares, de acuerdo con reportes especializadas

Eso sin contar con el coste social que representa una oportunidad desperdiciada para aliviar el hambre en el planeta, donde aumentan las protestas por comida, y el calentamiento global por las emisiones de gases del efecto invernadero.

En Estados Unidos, particularmente, los residuos comestibles llegan al 40%, de acuerdo con estudios de Harvard Food Law and Policy Clinic, según AP. El país gasta alrededor de 218.000 millones de dólares anuales en cultivar y producir comida, pero muy poco se sabe del destino de esas “sobras”. Menos en Nueva York.

¿Qué se hace con los desperdicios en EEUU?

El estudio señala que del total de los desperdicios de comida en el país, unas 63 toneladas van a parar a la basura, incluyendo 52,4 toneladas que terminan en vertederos, mientras otras 10 toneladas que nunca llegan a cosecharse.

También se reportan pérdidas cuantiosas de alimentos esenciales en toda la cadena comercial, que incluye la distribución.

Pero los mayores “productores” de las “sobras” son los restaurantes, en cualquier país. Se calcula que unos 2,5 kilogramos de comida desperdiciada al día, en promedio, terminan en los cestos de la parte de atrás de los locales de comida. Eso significa que el desperdicio anual supera la media tonelada de alimentos.

Nueva York, centro que aprovecha lo que sobra

En Nueva York, centros de comida procuran combatir el despilfarro de comida y aprovecharla para mejores destinos, ante la preocupación de que ocupe espacio en los vertederos y contribuya al calentamiento global, reportó la agencia de noticias. Saben que rescatar frutas, verduras, huevos, cereales y otros productos no deseados ayuda también a alimentar a familias que pasan hambre.

El director de la tienda ShopRite en Elmsford-Greenburgh, Sean Rafferty, quien lleva 40 años trabajando en el sector de Nueva York, forma parte de un programa estatal que exige a las grandes empresas que donen alimentos comestibles y, si pueden, reciclen los restos de comida.

“Hace años, todo iba a la basura (…) a los vertederos, las compactadoras o donde fuera”, dijo Rafferty a AP. “Ahora, con el paso de los años, se han desarrollado muchos programas a los que podemos donar toda esta comida (…) y ayudar a gente con inseguridad alimentaria”.

La comida que no se come

Se asegura que cada vez hay más concienciación acerca de la necesidad de hacer algo para atajar el desperdicio de alimentos en el país.

En tercer Día Internacional de Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, celebrado el 29 de septiembre pasado, organizaciones internacionales hicieron un llamado a la acción en un evento virtual global en Roma organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO ) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ( PNUMA.

Según estimaciones de la FAO, los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar a 1.260 millones de personas hambrientas cada año.

FUENTE: Con información de AP, FAO, Redacción Diario Las Américas