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sábado, abril 27, 2024

Sed de venganza: Putin despliega el horror contra los acusados de la masacre. Las torturas son crueles y despiertan la ira de Isis. ¿Guerra mundial?

Redacción Semana

Tras la violenta masacre en la sala de conciertos Crocus City Hall, en Moscú, Vladímir Putin prometió venganza y dolor. Lo cumplió. En los últimos días, el mundo ha visto estupefacto la cacería de los atacantes, los siguieron como a animales en el bosque y, una vez los tuvieron en sus manos, las fuerzas rusas se encargaron de infligirles el máximo dolor posible.

Aparecieron brutalmente golpeados y heridos ante el tribunal, con las vendas de las heridas recién puestas, uno de ellos apenas parecía consciente durante la audiencia, la Justicia rusa encontró como posibles responsables de los hechos a Dalerdzhon Mirzoyev, de 32 años; Saidakrami Rachabalizoda, de 30; Shamsidin Fariduni, de 25, y Mukhammadsobir Faizov, de 19.

Todos fueron acusados de cometer un atentado terrorista y se enfrentan a una vida en prisión en las temibles cárceles de ese país. Lo que han vivido desde que fueron capturados por las fuerzas rusas ha sido difundido mediante diferentes medios, entre ellos Telegram, el mundo conoció las imágenes y videos escalofriantes en los que son evidentes las torturas y maltratos a los que fueron sometidos.

El medio de comunicación Daily Mail asegura haber visto todos los videos, pero no poder compartirlos con su público por ser repudiables. Cuenta que todo comenzó con una foto compartida en el canal de Telegram vinculado a los nazis TopaZ Says, que muestra a un soldado ruso sosteniendo un cuchillo corto y ensangrentado, aparentemente utilizado para cortar la oreja de uno de los atacantes, Rachabalizoda.

Según narran, el hombre habría sido obligado a comerse este pedazo de su cuerpo durante el interrogatorio. Otras imágenes muestran la suerte que corrió Fariduni, otro de los atacantes, el hombre aparece tendido en el suelo y echando espuma por la boca, con los pantalones abajo y cables conectados en sus genitales. En el otro extremo, agrega el medio inglés, estaban conectados a una radio militar alimentada por una batería de 80 voltios.

A esa tortura las fuerzas rusas le habrían agregado baldados de agua para intensificar mucho más el dolor. El Gobierno Putin no ha intentado negar esas torturas y, por el contrario, dejó claro que no está dispuesto a perdonar lo ocurrido e irá hasta el final. El conflicto promete crecer y asusta al mundo. Por un lado, está el líder ruso, conocido por ser frío y sanguinario, quien más tiempo ha estado en el poder, y no ha dejado de garantizar la derrota de Ucrania, en la guerra que ya sobrepasó los dos años, por otro lado, está el grupo terrorista más escalofriante, Isis, que por años ha hecho acciones que buscan mostrar su maldad y su sevicia.

Han quemado personas vivas y decapitado a sus rehenes frente a las cámaras. Isis pretende crear un Estado islámico, llamado califato, en Iraq, Siria y más allá. El grupo implementa la sharia, arraigada en el islam del siglo VIII, para establecer una sociedad que refleje el antiguo pasado de la región. Han sido autores de decenas de masacres y ataques a lo largo de los años, sienten un odio, que es mutuo, hacia los talibanes y atraen a quienes tienen opiniones aún más radicales que el grupo islamista que gobierna Afganistán.

Se niega a reconocer a los talibanes como líderes islámicos legítimos, pues se apoya en una base estrecha “en lugar de comprometerse con una yihad islámica universal”, de acuerdo con el CSIS. Luego de la captura de los cuatro sospechosos, Isis amenazó con “masacrar” al presidente ruso, Vladímir Putin, en retaliación por los videos de las diferentes torturas que han padecido los terroristas. Isis respondió pidiendo a Putin que detenga los vejámenes a los prisioneros islámicos, advirtiendo que las imágenes aumentan la “sed de sangre de miles de sus hermanos”.

Todo comenzó cuando el viernes pasado, en la sala de conciertos Crocus City Hall, habrían irrumpido tres personas vestidas con ropa de camuflaje y armas, una periodista de la AFP vio el edificio de la sala de conciertos en llamas y una humareda negra que se desprendía del techo. Alexéi, un productor de música que se encontraba en los camerinos en el momento del asalto, contó a esa agencia que “justo antes del inicio” del ataque escuchó “ráfagas de ametralladoras y el terrible grito de una mujer, y luego muchos gritos”.

Según un reportero de la agencia rusa Ria Novosti, personas con uniformes de camuflaje entraron en la sala y abrieron fuego antes de lanzar “una granada o una bomba incendiaria, provocando un incendio”. “Las personas que estaban en la sala se echaron al suelo para protegerse de los disparos durante 15 o 20 minutos”.

Tras los sucesos, en una conferencia de prensa el pasado lunes 25 de marzo, Putin culpó a Ucrania de ser responsable. Aseguró que ese atentado del 22 de marzo fue llevado a cabo por “islamistas radicales”. Aunque el grupo yihadista Isis reclamó la responsabilidad inmediatamente, Putin sugirió que Ucrania podría haber jugado un papel importante en el acto, insinuando que habría beneficiado al país vecino.

Según la teoría del Kremlin, Ucrania podría estar detrás del ataque. Putin afirmó: “Ya sabemos quién cometió el ataque contra Rusia y su pueblo. Nos preguntamos quién lo ordenó”. Putin recalcó que, aunque no duda de la culpabilidad de los cuatro individuos detenidos, quienes aparecieron en una audiencia judicial con evidentes signos de haber sido golpeados, Ucrania está detrás del ataque, debido al conflicto en curso entre ambos países desde la invasión rusa iniciada en febrero de 2022.

En este sentido, Putin sugirió una posible conexión entre el ataque del viernes y una reacción de Kiev a la guerra, que lleva más de dos años. Los señalamientos de Rusia se han intensificado en respuesta a los informes y declaraciones de autoridades estadounidenses, quienes afirman que el ataque fue perpetrado únicamente por extremistas.

Sin embargo, surgieron diferentes suposiciones en torno a las medidas que Putin podría tomar frente a los diferentes ataques contra Ucrania, teniendo en cuenta lo sucedido y que Ucrania ha negado cualquier implicación o participación en el atentado.

En todo caso, lo que sucedió allí alerta al mundo. Una guerra abierta entre Isis y Rusia dejaría mucho dolor y víctimas, y pondría a la humanidad al borde de un conflicto que escalaría y alcanzaría dimensiones inimaginables.

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